Venezuela
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Venezuela
Recuerdo del primer mensaje :
Venezuela se ha pasado toda su historia desde la independencia, y desde luego en los últimos tiempos antes de Chávez (Carlos Andrés Pérez y demás servidores del gran capital autóctono y de los intereses de las multinacionales norteamericanas), con una situación social aberrante, de una minoría muy rica, escasa clase media y una mayoría pobre o miserable, alternando épocas más o menos "liberales" con épocas de dictadura y salvaje represión, y épocas de supuesta democracia pero también salvaje represión (el "caracazo").
Estas cosas llevaron a Hugo Chávez a un intento de golpe de estado contra toda esa farsa pseudodemocrática, que fracasó, pero más tarde el pueblo lo llevó a presidir el gobierno con votos abrumadoramente mayoritarios al principio y en sucesivas elecciones con una mayoría no tan amplia.
El caso es que hoy en día en Venezuela hay dos posturas fundamentales: los que quieren que las cosas cambien, y confían mayoritariamente en el gobierno de Chávez, que está tratando de cambiar el país, y los que quieren que todo vuelva a ser como antes y siga siéndolo por toda la eternidad (la oligarquía económica venezolana, aliada como siempre con sus patrocinadores yankees) y aquellos a los que la oligarquía pueda engañar, ya que sin los votos de muchos pobres los ricos no mandarían en ninguna parte.
Y es esta oligarquía capitalista la que, siempre apoyada por los sacrosantos y superdemocráticos Estados Unidos, intentó el golpe contra Chávez en el 2002 y la que hace y hará todo lo posible no por la "democracia" sino por la defensa de sus intereses y privilegios a costa de los intereses populares. Hugo Chávez puede ser o no ser lo que Venezuela necesita, eso ya se verá, pero lo que es seguro es que las cosas no pueden seguir como antes, que es lo que pretende la derecha venezolana y el imperialismo yankee.
Venezuela se ha pasado toda su historia desde la independencia, y desde luego en los últimos tiempos antes de Chávez (Carlos Andrés Pérez y demás servidores del gran capital autóctono y de los intereses de las multinacionales norteamericanas), con una situación social aberrante, de una minoría muy rica, escasa clase media y una mayoría pobre o miserable, alternando épocas más o menos "liberales" con épocas de dictadura y salvaje represión, y épocas de supuesta democracia pero también salvaje represión (el "caracazo").
Estas cosas llevaron a Hugo Chávez a un intento de golpe de estado contra toda esa farsa pseudodemocrática, que fracasó, pero más tarde el pueblo lo llevó a presidir el gobierno con votos abrumadoramente mayoritarios al principio y en sucesivas elecciones con una mayoría no tan amplia.
El caso es que hoy en día en Venezuela hay dos posturas fundamentales: los que quieren que las cosas cambien, y confían mayoritariamente en el gobierno de Chávez, que está tratando de cambiar el país, y los que quieren que todo vuelva a ser como antes y siga siéndolo por toda la eternidad (la oligarquía económica venezolana, aliada como siempre con sus patrocinadores yankees) y aquellos a los que la oligarquía pueda engañar, ya que sin los votos de muchos pobres los ricos no mandarían en ninguna parte.
Y es esta oligarquía capitalista la que, siempre apoyada por los sacrosantos y superdemocráticos Estados Unidos, intentó el golpe contra Chávez en el 2002 y la que hace y hará todo lo posible no por la "democracia" sino por la defensa de sus intereses y privilegios a costa de los intereses populares. Hugo Chávez puede ser o no ser lo que Venezuela necesita, eso ya se verá, pero lo que es seguro es que las cosas no pueden seguir como antes, que es lo que pretende la derecha venezolana y el imperialismo yankee.
Sócrates- Admin
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Fecha de inscripción : 18/03/2009
Re: Venezuela
Cubanos al mando de Venezuela (I)
Por Maibort Petit
Desde comienzos de la Administración de Hugo Chávez Frías se viene hablando de que existe presencia militar cubana en Venezuela, una situación que era un secreto a voces y que hoy día se evidencia con testimonios y documentos. Los alcances de lo que es un secreto a voces en Venezuela parecen irse revelando y poniendo en claro hasta dónde llega la penetración militar cubana en ese país.
Durante diez años se intentó mantener en secreto el asunto, pero ahora comienzan a conocerse cómo la red de tentáculos cubanos toca los nervios más sensibles del aparato militar y de seguridad del Estado venezolano. Una injerencia que sobrepasa cualquier límite que de situación similar se tuviera en el pasado.
Por vía de militares activos y retirados, como a través de documentos, estudios y por académicos y expertos en materia militar se sabe ahora que oficiales cubanos tienen puestos claves en la Fuerza Armada y poseen amplia capacidad de influir en la toma de decisiones militares, así como en comandos estratégicos, guarniciones, bases aéreas, puestos fronterizos, estaciones de rastreo satelital, e incluso, instalaciones petroleras a lo largo del país.
La situación ha llegado a tal extremo que ha causado inquietud y crítica dentro de la Fuerza Armada Nacional (FAN).
De hecho, se han producido renuncias de altos funcionarios y expresiones de rebeldía en cuarteles militares, donde suelen circular panfletos y grafitis con mensajes críticos a la presencia cubana.
“La presencia de militares cubanos está en contra de los principios institucionales de soberanía e independencia de Venezuela. Y en ese sentido, todos los militares venezolanos deben estar en contra de esa situación”, aseguró Antonio Rivero, general de Brigada del Ejército que renunció a su cargo el pasado 7 de abril, en desacuerdo con la cubanización del sector militar venezolano.
“Existe el riesgo de que información considerada de seguridad nacional como ubicación de armamento y de cómo organizar los sistemas de comunicación de los diversos componentes de la FAN, pueden caer en manos de los cubanos”, añadió Rivero.
Y aunque las altas autoridades del gobierno venezolano no niegan la presencia militar cubana, sí han aclarado que esta presencia tiene lugar en el marco de acuerdos de cooperación previamente existentes, y que no hay riesgos de “cubanización” de la FAN.
“Como un mecanismo de cooperación militar” entre Venezuela y Cuba, cataloga la situación el presidente Hugo Chávez quien defiende la actuación de los oficiales castristas.
“Aquí los cubanos nos están ayudando (...) Nos han dicho cómo almacenar las brújulas, cómo reparar los radios de los tanques y cómo se debe almacenar la munición”, refirió el presidente Chávez en una rueda de prensa a mediados del año pasado.
El mandatario también sugirió que los cubanos cooperan con Venezuela en operaciones secretas. “Cuba nos ayuda modestamente en algunas cosas que no te voy a detallar”, le dijo a un periodista el año pasado en Caracas.
Pero mientras el presidente de la República Bolivariana de Venezuela dice esto, el ministro de la Defensa, Carlos Mata Figueroa, niega enfáticamente que los cubanos ejerzan funciones de control militar. “Los agoreros hablan de que hay cubanización, bielorrusiación, iranización, rusianización, cuando no hay nada de eso”.
Sin embargo, una creciente y detallada evidencia describe el amplio alcance que ya tiene el activismo militar cubano dentro del estamento militar venezolano.
Un caso que vale la pena señalar, pues se constituye en ejemplo fehaciente de la penetración militar castrista es el del general de brigada cubano Frank Yánez, jefe del Grupo de Coordinación y Enlace de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba en Venezuela, quien dirige una misión militar de 20 altos oficiales acantonados en Fuerte Tiuna, la guarnición militar más grande de esa nación suramericana.
Carlos Romero, analista militar, académico de la Universidad Central de Venezuela (UCV), sostiene que el general Yánez ocupa un piso en el edificio que sirve de sede al Ministerio de la Defensa, y desde allí desarrolla una importante capacidad de mando sobre las operaciones de la FAN venezolana.
Desde la plataforma opositora también se escuchan protestas contra esta situación. “Nunca antes habíamos permitido que ciudadanos de otro país asumieran puestos claves asociados con la seguridad nacional”, refirió Julio Borges, presidente del partido opositor Primero Justicia y actual diputado a la Asamblea Nacional.
Estima Borges que colocar a cubanos en posiciones claves dentro de la FAN podría comprometer la soberanía nacional y violar leyes venezolanas.
“Los cubanos no pierden el tiempo en lo que no les da de comer. Están concentrados en los sitios más vitales del país: en comandos militares estratégicos, en la Milicia Bolivariana y en instalaciones estratégicas de la industria petrolera”, dijo entretanto Rocío San Miguel, quien es experta en temas militares y además es presidenta de Control Ciudadano, una asociación civil cuya función es monitorear la actividad militar en Venezuela.
En la opinión de San Miguel, quien ha desarrollado sobre el tema, los cubanos se encuentran activos como asesores militares en las seis divisiones de infantería del ejército venezolano, donde se concentra el mayor poder de fuego de la FAN, ubicadas en las ciudades de Maracaibo, Caracas, San Cristóbal, Maracay, San Fernando de Apure y Ciudad Bolívar. “En todas las divisiones del Ejército hay cubanos, y se apoyan en las instalaciones que tienen en todo el país para moverse”.
Y hace su advertencia más dramática: “Es en la industria petrolera y en la Milicia donde los cubanos tienen la presencia más seria”.
En el comando central de la milicia, ubicado en el Museo Histórico Militar, en el oeste de Caracas, los oficiales cubanos juegan un papel central que abarca desde organización jerárquica hasta entrenamiento de los milicianos, siguiendo el modelo de defensa cubano, indicó San Miguel.
“Allí los cubanos tienen una interacción importante con los colectivos sociales, los Comités de Defensa de la Revolución bolivariana, los círculos bolivarianos. Están encargados de proteger el perímetro de Miraflores (sede presidencial) y controlan la presencia de la milicia en la industria petrolera nacional”.
También el coronel retirado Luis Alfonso Dávila, quien fue Canciller y ministro de Relaciones Interiores y Justicia del gobierno de Chávez entre los años 2000 y el 2002, asegura que unos 60,000 cubanos controlan “actividades sensibles para la soberanía de Venezuela”, entre ellas funciones dentro del alto mando militar.
“Están en todos los lugares donde se toman las más altas decisiones estratégicas”, aseguró Dávila.
Por Maibort Petit
Desde comienzos de la Administración de Hugo Chávez Frías se viene hablando de que existe presencia militar cubana en Venezuela, una situación que era un secreto a voces y que hoy día se evidencia con testimonios y documentos. Los alcances de lo que es un secreto a voces en Venezuela parecen irse revelando y poniendo en claro hasta dónde llega la penetración militar cubana en ese país.
Durante diez años se intentó mantener en secreto el asunto, pero ahora comienzan a conocerse cómo la red de tentáculos cubanos toca los nervios más sensibles del aparato militar y de seguridad del Estado venezolano. Una injerencia que sobrepasa cualquier límite que de situación similar se tuviera en el pasado.
Por vía de militares activos y retirados, como a través de documentos, estudios y por académicos y expertos en materia militar se sabe ahora que oficiales cubanos tienen puestos claves en la Fuerza Armada y poseen amplia capacidad de influir en la toma de decisiones militares, así como en comandos estratégicos, guarniciones, bases aéreas, puestos fronterizos, estaciones de rastreo satelital, e incluso, instalaciones petroleras a lo largo del país.
La situación ha llegado a tal extremo que ha causado inquietud y crítica dentro de la Fuerza Armada Nacional (FAN).
De hecho, se han producido renuncias de altos funcionarios y expresiones de rebeldía en cuarteles militares, donde suelen circular panfletos y grafitis con mensajes críticos a la presencia cubana.
“La presencia de militares cubanos está en contra de los principios institucionales de soberanía e independencia de Venezuela. Y en ese sentido, todos los militares venezolanos deben estar en contra de esa situación”, aseguró Antonio Rivero, general de Brigada del Ejército que renunció a su cargo el pasado 7 de abril, en desacuerdo con la cubanización del sector militar venezolano.
“Existe el riesgo de que información considerada de seguridad nacional como ubicación de armamento y de cómo organizar los sistemas de comunicación de los diversos componentes de la FAN, pueden caer en manos de los cubanos”, añadió Rivero.
Y aunque las altas autoridades del gobierno venezolano no niegan la presencia militar cubana, sí han aclarado que esta presencia tiene lugar en el marco de acuerdos de cooperación previamente existentes, y que no hay riesgos de “cubanización” de la FAN.
“Como un mecanismo de cooperación militar” entre Venezuela y Cuba, cataloga la situación el presidente Hugo Chávez quien defiende la actuación de los oficiales castristas.
“Aquí los cubanos nos están ayudando (...) Nos han dicho cómo almacenar las brújulas, cómo reparar los radios de los tanques y cómo se debe almacenar la munición”, refirió el presidente Chávez en una rueda de prensa a mediados del año pasado.
El mandatario también sugirió que los cubanos cooperan con Venezuela en operaciones secretas. “Cuba nos ayuda modestamente en algunas cosas que no te voy a detallar”, le dijo a un periodista el año pasado en Caracas.
Pero mientras el presidente de la República Bolivariana de Venezuela dice esto, el ministro de la Defensa, Carlos Mata Figueroa, niega enfáticamente que los cubanos ejerzan funciones de control militar. “Los agoreros hablan de que hay cubanización, bielorrusiación, iranización, rusianización, cuando no hay nada de eso”.
Sin embargo, una creciente y detallada evidencia describe el amplio alcance que ya tiene el activismo militar cubano dentro del estamento militar venezolano.
Un caso que vale la pena señalar, pues se constituye en ejemplo fehaciente de la penetración militar castrista es el del general de brigada cubano Frank Yánez, jefe del Grupo de Coordinación y Enlace de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba en Venezuela, quien dirige una misión militar de 20 altos oficiales acantonados en Fuerte Tiuna, la guarnición militar más grande de esa nación suramericana.
Carlos Romero, analista militar, académico de la Universidad Central de Venezuela (UCV), sostiene que el general Yánez ocupa un piso en el edificio que sirve de sede al Ministerio de la Defensa, y desde allí desarrolla una importante capacidad de mando sobre las operaciones de la FAN venezolana.
Desde la plataforma opositora también se escuchan protestas contra esta situación. “Nunca antes habíamos permitido que ciudadanos de otro país asumieran puestos claves asociados con la seguridad nacional”, refirió Julio Borges, presidente del partido opositor Primero Justicia y actual diputado a la Asamblea Nacional.
Estima Borges que colocar a cubanos en posiciones claves dentro de la FAN podría comprometer la soberanía nacional y violar leyes venezolanas.
“Los cubanos no pierden el tiempo en lo que no les da de comer. Están concentrados en los sitios más vitales del país: en comandos militares estratégicos, en la Milicia Bolivariana y en instalaciones estratégicas de la industria petrolera”, dijo entretanto Rocío San Miguel, quien es experta en temas militares y además es presidenta de Control Ciudadano, una asociación civil cuya función es monitorear la actividad militar en Venezuela.
En la opinión de San Miguel, quien ha desarrollado sobre el tema, los cubanos se encuentran activos como asesores militares en las seis divisiones de infantería del ejército venezolano, donde se concentra el mayor poder de fuego de la FAN, ubicadas en las ciudades de Maracaibo, Caracas, San Cristóbal, Maracay, San Fernando de Apure y Ciudad Bolívar. “En todas las divisiones del Ejército hay cubanos, y se apoyan en las instalaciones que tienen en todo el país para moverse”.
Y hace su advertencia más dramática: “Es en la industria petrolera y en la Milicia donde los cubanos tienen la presencia más seria”.
En el comando central de la milicia, ubicado en el Museo Histórico Militar, en el oeste de Caracas, los oficiales cubanos juegan un papel central que abarca desde organización jerárquica hasta entrenamiento de los milicianos, siguiendo el modelo de defensa cubano, indicó San Miguel.
“Allí los cubanos tienen una interacción importante con los colectivos sociales, los Comités de Defensa de la Revolución bolivariana, los círculos bolivarianos. Están encargados de proteger el perímetro de Miraflores (sede presidencial) y controlan la presencia de la milicia en la industria petrolera nacional”.
También el coronel retirado Luis Alfonso Dávila, quien fue Canciller y ministro de Relaciones Interiores y Justicia del gobierno de Chávez entre los años 2000 y el 2002, asegura que unos 60,000 cubanos controlan “actividades sensibles para la soberanía de Venezuela”, entre ellas funciones dentro del alto mando militar.
“Están en todos los lugares donde se toman las más altas decisiones estratégicas”, aseguró Dávila.
Reportaje especial de Analítica.com publicado el 20 de marzo de 2011 en La Prensa de Nicaragua.
Foto: De una visita de Hugo Chávez a la provincia cubana de Pinar del Río.
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Azali- Admin
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Fecha de inscripción : 27/10/2008
Re: Venezuela
Es malo perpetuarse en el poder, y mayormente un tipo como Chavez que anda repartiendo maletas llenas de billetes, ese dinero es del pueblo, también el petroleo es del pueblo, eso es lo malo de Chavez
Tetro- Cantidad de envíos : 5903
Fecha de inscripción : 08/03/2009
Re: Venezuela
http://www.semana.com/mundo/venezuela-no-merece-semejante-campana-odio-ramonet/144149-3.aspx
"Venezuela no merece semejante campaña de odio": Ramonet
Un observador neutro puede constatar que el 80 por ciento de las emisoras de radio y los canales de televisión pertenecen al sector privado, que el sector estatal apenas tiene el 9 por ciento de las emisoras de radio. Por otra parte, en Venezuela la inversión se ha multiplicado por 5 con relación a los años que precedieron al gobierno del Presidente Chávez. Venezuela ha alcanzado todas las metas del milenio fijó la ONU para el 2015. La pobreza ha bajado de un 49,9 por ciento a casi un 30 por ciento, en 10 años. La indigencia pasó del 22 por ciento al 7 por ciento. Se ha suprimido el analfabetismo. En Venezuela hay 14 millones de personas estudiando, el 50 por ciento de la población. Todo esto son resultados esperanzadores que no merecen semejante campaña de odio.
"Venezuela no merece semejante campaña de odio": Ramonet
Un observador neutro puede constatar que el 80 por ciento de las emisoras de radio y los canales de televisión pertenecen al sector privado, que el sector estatal apenas tiene el 9 por ciento de las emisoras de radio. Por otra parte, en Venezuela la inversión se ha multiplicado por 5 con relación a los años que precedieron al gobierno del Presidente Chávez. Venezuela ha alcanzado todas las metas del milenio fijó la ONU para el 2015. La pobreza ha bajado de un 49,9 por ciento a casi un 30 por ciento, en 10 años. La indigencia pasó del 22 por ciento al 7 por ciento. Se ha suprimido el analfabetismo. En Venezuela hay 14 millones de personas estudiando, el 50 por ciento de la población. Todo esto son resultados esperanzadores que no merecen semejante campaña de odio.
Sócrates- Admin
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Fecha de inscripción : 18/03/2009
Re: Venezuela
http://es.wikipedia.org/wiki/Ignacio_Ramonet
Ignacio Ramonet (Redondela, Pontevedra, 5 de mayo de 1943) es un periodista español establecido en Francia. Es una de las figuras principales del movimiento antiglobalización.[1]
Ignacio Ramonet (Redondela, Pontevedra, 5 de mayo de 1943) es un periodista español establecido en Francia. Es una de las figuras principales del movimiento antiglobalización.[1]
Sócrates- Admin
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Fecha de inscripción : 18/03/2009
Ramonet
Reseña
Frente a la razón del más fuerte
Susan George, Sami Naïr, Ignacio Ramonet y Tzvetan Todorov
Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2005
151 páginas
Izquierda, catástrofe y expiación
Por Juan Ramón Rallo Julián Recomendar a un amigo Imprimir
Cortesía de La Ley, de Frederic Bastiat.
La izquierda siempre se ha caracterizado, entre otras cosas, por una descarada voluntad mesiánica. No contenta con Dios, primero lo mató y luego pretendió ocupar su lugar. No es casual que todos los socialistas acusen a los liberales de sacralizar el mercado, para luego considerar al Estado un Deus ex Machina.
La diferencia entre unos y otros, con todo, es fundamental. Para los liberales, y en contra de las acusaciones de la izquierda, el mercado no es un ente que planifica conscientemente todas las decisiones; por el contrario, lo configuran los movimientos espontáneos de cientos de miles de agentes que interactúan para alcanzar pacíficamente sus fines. Los liberales no aseguramos que en libertad todo el mundo vaya a ser necesariamente feliz, sino que la libertad es un requisito sine qua non para ser feliz, esto es, para seleccionar los fines vitales y darles satisfacción. Eliminar la capacidad de elección significa eliminar al ser humano y convertirlo en un instrumento al servicio del poder.
Para la izquierda, en cambio, el Estado es omnipotente y puede alcanzar cualquier fin que se proponga. La pobreza, el hambre, el sida, la degradación ambiental, las epidemias o los huracanes, todo puede evitarse con un Estado eficaz y poderoso. En cierto sentido, el razonamiento de la izquierda es el siguiente: sabemos cuáles son los problemas del mundo y sabemos cuáles son las soluciones; lo único que necesitamos es poderpara aplicarlas.
Me temo, no obstante, que la izquierda ni sabe cuáles son los problemas ni, mucho menos, los mecanismos para darles respuesta. El célebre economista francés Frédéric Bastiat entendió perfectamente que toda acción del Estado tiene consecuencias visibles e invisibles. La principal lección que debería aprender un socialista es que sus políticas no salen gratis, de manera que los problemas que intenta solucionar en una parte se acrecientan en otra.
Pero, además, este mesianismo de la izquierda les conduce a un paralelo catastrofismo: si nosotros somos los salvadores del mundo, nuestra exclusión del poder necesariamente ha de provocar el desastre. De esta manera, mientras las ideas socialistas no sean aplicadas con mano de hierro, la humanidad sólo puede degenerar en una espiral autodestructiva.
Frente a la razón del más fuerte recoge cuatro conferencias de Susan George, Sami Naïr, Ignacio Ramonet y Tzvetan Todorov. Publicado por Círculo de Lectores, ahonda en estos defectos característicos de la izquierda.
Ya en el prólogo, por ejemplo, Sami Naïr comienza afirmando que "nunca las diferencias sociales, culturales y científicas habían sido tan abismales". O, dicho de otra manera: dado que las ideas de izquierda no dominan el mundo, la plaga de la desigualdad se extiende.
Por supuesto, Naïr no explica por qué la desigualdad es mala. Al común de los mortales le encanta la diversidad, la discrepancia, la libertad creativa que no nos reduzca a un patrón homogéneo y grisáceo. Es evidente que la pobreza es un problema, pero la diversidad es, únicamente, el resultado de que las personas, nuestros gustos, nuestras aspiraciones o nuestros proyectos también son distintos.
No obstante, ni siquiera el "fatalismo" de Naïr es cierto. Como es habitual entre la izquierda, su afirmación de que las desigualdades han aumentado es pura inventiva. En una aproximación a la medición de la desigualdad, Sala-i-Martin[1] explica que en los últimos 30 años las desigualdades no han dejado de reducirse.
Este catastrofismo autofabricado del que hablamos puede contemplarse aun con mayor claridad en el caso de Ignacio Ramonet. Su artículo se titula ‘El ecosistema en peligro. Nuevos miedos, nuevas amenazas’. Fíjense: miedos y amenazas. Como muy bien ha comprendido Michael Crichton, la estrategia socialista pasa por hacernos caer en un estado de miedo y pánico que el Gobierno pueda utilizar como excusa para restringir nuestras libertades.
Claro que la sociedad está sometida a nuevos miedos y amenazas, pero son en buena medida inventos de la izquierda. Así, por ejemplo, Ramonet habla de deforestaciones masivas en el mundo, pero calla que en Europa y EEUU se está experimentando una progresiva reforestación. En el caso de EEUU, en los últimos 50 años el volumen de madera contenida en los bosques ha aumentado un 30%[2].
Ramonet también nos sacude con otra plaga bíblica: la pobreza. Así, nos recuerda la asombrosa cifra de que "casi tres mil millones de personas –la mitad de la humanidad– viven con menos de dos euros al día". Por supuesto, esta cifra es totalmente falsa. El dato que suele ofrecer la izquierda más radical ronda los 1.500 millones, pero los informes serios, como el de Sala-i-Martin, hablan de 1.000 millones.
No cabe duda de que la pobreza sigue siendo un grave problema. Sin embargo, la solución no pasa por redistribuir o crear un Gobierno mundial, como sugiere Ramonet. De hecho, la causa de la pobreza en los países pobres la encontramos, indudablemente, en el fortísimo intervencionismo estatal. En 1970 Asia era ligeramente más pobre que África. Hoy en día, después de que los países que lo componen se incorporaran a la globalización liberalizando sus economías, Asia ha abandonado la pobreza, mientras que África se ha hundido todavía más en ella.
Las recetas de Ramonet pasan por darle el protagonismo al Estado de Bienestar y no al mercado. Si en Europa el mercado ha seguido creando riqueza, ha sido a pesar del Estado de Bienestar. Su masiva redistribución no sólo perturba los incentivos y la iniciativa empresarial, sino que nos impide buscar soluciones más eficientes y baratas a nuestros problemas.
El sistema público de pensiones es un ejemplo paradigmático. El Estado parte de la base de que sin la Seguridad Social el 90% de la población carecería de rentas en el momento de su jubilación. Para evitarlo, se instituye un ruinoso sistema redistributivo abocado a la quiebra. Cuando este sistema se colapse, cientos de miles de individuos se quedarán sin ningún tipo de subsidio, por no haberse dotado de un plan privado de pensiones en su momento. ¿Éste es el futuro de corrupción y miseria que deseamos para los ya pobres africanos?
Ramonet crea los miedos y las amenazas para incrementar el poder del Estado frente a la sociedad. En otro ensayo del libro, ‘Otro mundo es posible’[3], Susan George vuelve a incidir en las "amenazas" y los problemas del mundo actual, para que la izquierda, como redentora universal, adquiera el dominio ideológico de nuestras almas. George lo resume a la perfección: "Mejorar el nivel de vida para todos requiere recursos, muchos recursos nuevos". ¿Y cómo obtendrá la izquierda esos recursos? ¿Acaso hará como un buen empresario, esto es, ganar dinero ofreciendo a los consumidores productos que satisfarán sus necesidades? No, George no tiene ningún reparo en reconocer que para acaparar esos recursos necesitan "instrumentos de tributación y redistribución". O, como diría Marx: "Solo hay una manera de matar el capitalismo: con impuestos, impuestos y más impuestos".
El análisis simplista de esta gente no supera la proposición que hemos establecido al principio: sabemos cuáles son los problemas + sabemos cómo solucionarlos = necesitamos el poder y los medios para hacerlo. George no se da cuenta de que, por ejemplo, gravar las transacciones internacionales con la Tasa Tobin (tal y como propone su organización, Attac) perjudica especialmente a los ciudadanos de los países pobres.
La Tasa Tobin consiste en pagar un impuesto cada vez que se produce en cambio entre divisas. Cada vez que un europeo compre dólares pagará un tanto por cien de la transacción. Muchos países africanos tienen ligadas sus débiles monedas al dólar, de manera que si un ciudadano de Ghana vende sus productos a la Unión Europea tendrá que cambiar, primero, los euros a dólares (pagando una vez la Tasa Tobin) y, luego, los dólares en la moneda de Ghana, el nuevo cedi (pagando dos veces la Tasa Tobin).
Además, la Tasa Tobin ataca los movimientos internacionales de capital, provocando un mayor aislamiento de los países. Precisamente, si algo no necesitan los pobres del mundo es mayor autarquía, menos globalización y más aislamiento. Pero esto, claro está, no preocupa lo más mínimo a Susan George. La ideología izquierdista justifica los desmanes más brutales sobre el ser humano. Ella misma lo reconoce: "Tengo la certeza de que dicha objetividad no existe en la economía (…) todo el mundo parte de ciertos supuestos, todo el mundo tiene prejuicios de base ideológica".
O, dicho de otra manera: Susan George reconoce que no tiene ni la más remota idea de las consecuencias de sus propuestas económicas, pero espera que su tremendo buenismo haga triunfar el intervencionismo disparatado.
Estamos, en definitiva, ante ideólogos mediocres que venden humo, mentiras, inexistentes catástrofes y lamentables soluciones. Cuatro artículos disfrazados de retórica revolucionaria que pretenden construir un nuevo mundo, aun a través de la represión, la planificación y la defenestración de la libertad. Ése es su proyecto visionario: nada importa, porque nuestras intenciones son buenas. Aun cuando tengan que inventarse catástrofes y proponer los remedios expiatorios más nocivos e ineficientes. Que la realidad no les amargue un complaciente proyecto totalizador.
http://www.liberalismo.org/articulo/369/35/izquierda/catastrofe/expiacion/
Frente a la razón del más fuerte
Susan George, Sami Naïr, Ignacio Ramonet y Tzvetan Todorov
Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2005
151 páginas
Izquierda, catástrofe y expiación
Por Juan Ramón Rallo Julián Recomendar a un amigo Imprimir
Cortesía de La Ley, de Frederic Bastiat.
La izquierda siempre se ha caracterizado, entre otras cosas, por una descarada voluntad mesiánica. No contenta con Dios, primero lo mató y luego pretendió ocupar su lugar. No es casual que todos los socialistas acusen a los liberales de sacralizar el mercado, para luego considerar al Estado un Deus ex Machina.
La diferencia entre unos y otros, con todo, es fundamental. Para los liberales, y en contra de las acusaciones de la izquierda, el mercado no es un ente que planifica conscientemente todas las decisiones; por el contrario, lo configuran los movimientos espontáneos de cientos de miles de agentes que interactúan para alcanzar pacíficamente sus fines. Los liberales no aseguramos que en libertad todo el mundo vaya a ser necesariamente feliz, sino que la libertad es un requisito sine qua non para ser feliz, esto es, para seleccionar los fines vitales y darles satisfacción. Eliminar la capacidad de elección significa eliminar al ser humano y convertirlo en un instrumento al servicio del poder.
Para la izquierda, en cambio, el Estado es omnipotente y puede alcanzar cualquier fin que se proponga. La pobreza, el hambre, el sida, la degradación ambiental, las epidemias o los huracanes, todo puede evitarse con un Estado eficaz y poderoso. En cierto sentido, el razonamiento de la izquierda es el siguiente: sabemos cuáles son los problemas del mundo y sabemos cuáles son las soluciones; lo único que necesitamos es poderpara aplicarlas.
Me temo, no obstante, que la izquierda ni sabe cuáles son los problemas ni, mucho menos, los mecanismos para darles respuesta. El célebre economista francés Frédéric Bastiat entendió perfectamente que toda acción del Estado tiene consecuencias visibles e invisibles. La principal lección que debería aprender un socialista es que sus políticas no salen gratis, de manera que los problemas que intenta solucionar en una parte se acrecientan en otra.
Pero, además, este mesianismo de la izquierda les conduce a un paralelo catastrofismo: si nosotros somos los salvadores del mundo, nuestra exclusión del poder necesariamente ha de provocar el desastre. De esta manera, mientras las ideas socialistas no sean aplicadas con mano de hierro, la humanidad sólo puede degenerar en una espiral autodestructiva.
Frente a la razón del más fuerte recoge cuatro conferencias de Susan George, Sami Naïr, Ignacio Ramonet y Tzvetan Todorov. Publicado por Círculo de Lectores, ahonda en estos defectos característicos de la izquierda.
Ya en el prólogo, por ejemplo, Sami Naïr comienza afirmando que "nunca las diferencias sociales, culturales y científicas habían sido tan abismales". O, dicho de otra manera: dado que las ideas de izquierda no dominan el mundo, la plaga de la desigualdad se extiende.
Por supuesto, Naïr no explica por qué la desigualdad es mala. Al común de los mortales le encanta la diversidad, la discrepancia, la libertad creativa que no nos reduzca a un patrón homogéneo y grisáceo. Es evidente que la pobreza es un problema, pero la diversidad es, únicamente, el resultado de que las personas, nuestros gustos, nuestras aspiraciones o nuestros proyectos también son distintos.
No obstante, ni siquiera el "fatalismo" de Naïr es cierto. Como es habitual entre la izquierda, su afirmación de que las desigualdades han aumentado es pura inventiva. En una aproximación a la medición de la desigualdad, Sala-i-Martin[1] explica que en los últimos 30 años las desigualdades no han dejado de reducirse.
Este catastrofismo autofabricado del que hablamos puede contemplarse aun con mayor claridad en el caso de Ignacio Ramonet. Su artículo se titula ‘El ecosistema en peligro. Nuevos miedos, nuevas amenazas’. Fíjense: miedos y amenazas. Como muy bien ha comprendido Michael Crichton, la estrategia socialista pasa por hacernos caer en un estado de miedo y pánico que el Gobierno pueda utilizar como excusa para restringir nuestras libertades.
Claro que la sociedad está sometida a nuevos miedos y amenazas, pero son en buena medida inventos de la izquierda. Así, por ejemplo, Ramonet habla de deforestaciones masivas en el mundo, pero calla que en Europa y EEUU se está experimentando una progresiva reforestación. En el caso de EEUU, en los últimos 50 años el volumen de madera contenida en los bosques ha aumentado un 30%[2].
Ramonet también nos sacude con otra plaga bíblica: la pobreza. Así, nos recuerda la asombrosa cifra de que "casi tres mil millones de personas –la mitad de la humanidad– viven con menos de dos euros al día". Por supuesto, esta cifra es totalmente falsa. El dato que suele ofrecer la izquierda más radical ronda los 1.500 millones, pero los informes serios, como el de Sala-i-Martin, hablan de 1.000 millones.
No cabe duda de que la pobreza sigue siendo un grave problema. Sin embargo, la solución no pasa por redistribuir o crear un Gobierno mundial, como sugiere Ramonet. De hecho, la causa de la pobreza en los países pobres la encontramos, indudablemente, en el fortísimo intervencionismo estatal. En 1970 Asia era ligeramente más pobre que África. Hoy en día, después de que los países que lo componen se incorporaran a la globalización liberalizando sus economías, Asia ha abandonado la pobreza, mientras que África se ha hundido todavía más en ella.
Las recetas de Ramonet pasan por darle el protagonismo al Estado de Bienestar y no al mercado. Si en Europa el mercado ha seguido creando riqueza, ha sido a pesar del Estado de Bienestar. Su masiva redistribución no sólo perturba los incentivos y la iniciativa empresarial, sino que nos impide buscar soluciones más eficientes y baratas a nuestros problemas.
El sistema público de pensiones es un ejemplo paradigmático. El Estado parte de la base de que sin la Seguridad Social el 90% de la población carecería de rentas en el momento de su jubilación. Para evitarlo, se instituye un ruinoso sistema redistributivo abocado a la quiebra. Cuando este sistema se colapse, cientos de miles de individuos se quedarán sin ningún tipo de subsidio, por no haberse dotado de un plan privado de pensiones en su momento. ¿Éste es el futuro de corrupción y miseria que deseamos para los ya pobres africanos?
Ramonet crea los miedos y las amenazas para incrementar el poder del Estado frente a la sociedad. En otro ensayo del libro, ‘Otro mundo es posible’[3], Susan George vuelve a incidir en las "amenazas" y los problemas del mundo actual, para que la izquierda, como redentora universal, adquiera el dominio ideológico de nuestras almas. George lo resume a la perfección: "Mejorar el nivel de vida para todos requiere recursos, muchos recursos nuevos". ¿Y cómo obtendrá la izquierda esos recursos? ¿Acaso hará como un buen empresario, esto es, ganar dinero ofreciendo a los consumidores productos que satisfarán sus necesidades? No, George no tiene ningún reparo en reconocer que para acaparar esos recursos necesitan "instrumentos de tributación y redistribución". O, como diría Marx: "Solo hay una manera de matar el capitalismo: con impuestos, impuestos y más impuestos".
El análisis simplista de esta gente no supera la proposición que hemos establecido al principio: sabemos cuáles son los problemas + sabemos cómo solucionarlos = necesitamos el poder y los medios para hacerlo. George no se da cuenta de que, por ejemplo, gravar las transacciones internacionales con la Tasa Tobin (tal y como propone su organización, Attac) perjudica especialmente a los ciudadanos de los países pobres.
La Tasa Tobin consiste en pagar un impuesto cada vez que se produce en cambio entre divisas. Cada vez que un europeo compre dólares pagará un tanto por cien de la transacción. Muchos países africanos tienen ligadas sus débiles monedas al dólar, de manera que si un ciudadano de Ghana vende sus productos a la Unión Europea tendrá que cambiar, primero, los euros a dólares (pagando una vez la Tasa Tobin) y, luego, los dólares en la moneda de Ghana, el nuevo cedi (pagando dos veces la Tasa Tobin).
Además, la Tasa Tobin ataca los movimientos internacionales de capital, provocando un mayor aislamiento de los países. Precisamente, si algo no necesitan los pobres del mundo es mayor autarquía, menos globalización y más aislamiento. Pero esto, claro está, no preocupa lo más mínimo a Susan George. La ideología izquierdista justifica los desmanes más brutales sobre el ser humano. Ella misma lo reconoce: "Tengo la certeza de que dicha objetividad no existe en la economía (…) todo el mundo parte de ciertos supuestos, todo el mundo tiene prejuicios de base ideológica".
O, dicho de otra manera: Susan George reconoce que no tiene ni la más remota idea de las consecuencias de sus propuestas económicas, pero espera que su tremendo buenismo haga triunfar el intervencionismo disparatado.
Estamos, en definitiva, ante ideólogos mediocres que venden humo, mentiras, inexistentes catástrofes y lamentables soluciones. Cuatro artículos disfrazados de retórica revolucionaria que pretenden construir un nuevo mundo, aun a través de la represión, la planificación y la defenestración de la libertad. Ése es su proyecto visionario: nada importa, porque nuestras intenciones son buenas. Aun cuando tengan que inventarse catástrofes y proponer los remedios expiatorios más nocivos e ineficientes. Que la realidad no les amargue un complaciente proyecto totalizador.
http://www.liberalismo.org/articulo/369/35/izquierda/catastrofe/expiacion/
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