Socialismo a la cubana I----desde Cuba Ángel Santiesteban
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Socialismo a la cubana I----desde Cuba Ángel Santiesteban
Reuters
EL SOCIALISMO A LA Cubana no puede evitar que las neuronas se oxiden por la maldita monotonía de hacer diariamente una tarea cualquiera que no te reporte nada nuevo en meses, quizá en años –me dice un estudiante universitario–. El tedio es como un himno que nos despierta cada mañana y lo arrastramos por el resto del día hasta la hora de dormir, o como diría la clase proletaria cuando se les pregunta qué hacen: “aquí, machacando en baja”. Lo peor es que sientes cómo la juventud se acaba y sin poder revertirlo. Miras a tus padres, en los rostros de toda esa generación se pueden ver grabadas las malas noches de las guardias de milicia, el sol incrustado en la piel, el sello de tantas zafras, sus esperanzas gastadas por el cansancio y el sacrificio acumulados durante tres décadas, las ilusiones frustradas por lo que parecía imperecedero ya no lo es –la gran debacle–, la eterna hermandad que se juró con la Unión Soviética, convertida hoy en tantos Estados para quienes ya no son importantes, cada uno intentando sobrevivir: se olvidaron de la historia compartida en el mismo bando, de las aventuras que emprendieron de mutuo acuerdo, de la sangre que se derramó, de que esta isla se convirtió en una provincia, un municipio, un koljoz, donde todos no éramos más que comisarios políticos. Luego se pagó por haber sido aliado, porque se confió ciegamente en la falsa fortaleza del muro de Berlín que se desmoronó y sus ladrillos fueron subastados en el mundo para ser usados como pisapapeles.
La generación de los hijos que nadie quiso se ve como un dibujo que alguien ideó con tinta de agua.
Publicado en: Los hijos que nadie quiso | Actualizado 31/08/2009 16:34
Azali- Admin
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Re: Socialismo a la cubana I----desde Cuba Ángel Santiesteban
Socialismo a la cubana II
AP
DESDE LA CAÍDA DEL MURO DE Berlín, nuestra generación de los hijos que nadie quiso, con decisión comenzó a desconfiar de todo lo que parecía ser y no fue. Cada palabra nos resulta falsa: el Lenin que nos enseñaron a amar es un proyecto fallido para la humanidad y ultrajan y derriban sus monumentos; nos educaron con el respeto a Stalin, por haber salvado el socialismo en la Segunda Guerra Mundial; lo que no dijeron es que fue otro gran asesino, que le construyó campos de concentración a su propio pueblo, y junto a Hitler se repartió Polonia y asesinó a doce mil oficiales polacos; recuerdo que nos pedían participar en el recibimiento a Honecker, a Ceausescu, y nos llevaron tomados de la mano, a mover banderitas durante horas y, bajo el sol, al borde de las calles, sin alimentos ni agua, para verlos pasar sólo unos instantes, todo ese sacrificio para esos dirigentes, que no merecían nuestra ingenuidad.
Creo que las grandes diferencias entre los que defienden el socialismo y el capitalismo pueden ser aceptadas y respetadas por quienes las asuman de un lado o del otro –me aseguraba un profesor de Historia–, pero en la Isla, el gran dilema del sistema cubano está en que no es una cosa ni la otra, ese socialismo de mercado, además sólo para extranjeros, y es lo que lo hace diferente al de China, es un híbrido que no puedo digerir, me supera –decía el profesor–. Sin sumar la sensación de monarquía con que se administra el tesoro público, o el de un Pontífice guiando su rebaño en materia de política. Esto es una gran finca –repetía el profe y abría los ojos como si quisieran salirse de sus órbitas–. Por eso –prosiguió–, aunque sigan exhortando a tu generación con lemas, discursos y buenas intenciones, ya no convencen. Les aplasta la incertidumbre, el miedo y el cansancio –dijo.
Y así lo sentíamos, nuestra generación comenzó a recelar cada palabra que nos dirigían. A determinar un futuro porque el presente nos resulta incierto.
Publicado en: Los hijos que nadie quiso | Actualizado 11/09/2009 17:48
AP
DESDE LA CAÍDA DEL MURO DE Berlín, nuestra generación de los hijos que nadie quiso, con decisión comenzó a desconfiar de todo lo que parecía ser y no fue. Cada palabra nos resulta falsa: el Lenin que nos enseñaron a amar es un proyecto fallido para la humanidad y ultrajan y derriban sus monumentos; nos educaron con el respeto a Stalin, por haber salvado el socialismo en la Segunda Guerra Mundial; lo que no dijeron es que fue otro gran asesino, que le construyó campos de concentración a su propio pueblo, y junto a Hitler se repartió Polonia y asesinó a doce mil oficiales polacos; recuerdo que nos pedían participar en el recibimiento a Honecker, a Ceausescu, y nos llevaron tomados de la mano, a mover banderitas durante horas y, bajo el sol, al borde de las calles, sin alimentos ni agua, para verlos pasar sólo unos instantes, todo ese sacrificio para esos dirigentes, que no merecían nuestra ingenuidad.
Creo que las grandes diferencias entre los que defienden el socialismo y el capitalismo pueden ser aceptadas y respetadas por quienes las asuman de un lado o del otro –me aseguraba un profesor de Historia–, pero en la Isla, el gran dilema del sistema cubano está en que no es una cosa ni la otra, ese socialismo de mercado, además sólo para extranjeros, y es lo que lo hace diferente al de China, es un híbrido que no puedo digerir, me supera –decía el profesor–. Sin sumar la sensación de monarquía con que se administra el tesoro público, o el de un Pontífice guiando su rebaño en materia de política. Esto es una gran finca –repetía el profe y abría los ojos como si quisieran salirse de sus órbitas–. Por eso –prosiguió–, aunque sigan exhortando a tu generación con lemas, discursos y buenas intenciones, ya no convencen. Les aplasta la incertidumbre, el miedo y el cansancio –dijo.
Y así lo sentíamos, nuestra generación comenzó a recelar cada palabra que nos dirigían. A determinar un futuro porque el presente nos resulta incierto.
Publicado en: Los hijos que nadie quiso | Actualizado 11/09/2009 17:48
Azali- Admin
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Fecha de inscripción : 27/10/2008
Re: Socialismo a la cubana I----desde Cuba Ángel Santiesteban
DESDE LA CAÍDA DEL MURO DE Berlín, nuestra generación de los hijos que nadie quiso, con decisión comenzó a desconfiar de todo lo que parecía ser y no fue. Cada palabra nos resulta falsa: el Lenin que nos enseñaron a amar es un proyecto fallido para la humanidad y ultrajan y derriban sus monumentos; nos educaron con el respeto a Stalin, por haber salvado el socialismo en la Segunda Guerra Mundial; lo que no dijeron es que fue otro gran asesino, que le construyó campos de concentración a su propio pueblo, y junto a Hitler se repartió Polonia y asesinó a doce mil oficiales polacos; recuerdo que nos pedían participar en el recibimiento a Honecker, a Ceausescu, y nos llevaron tomados de la mano, a mover banderitas durante horas y, bajo el sol, al borde de las calles, sin alimentos ni agua, para verlos pasar sólo unos instantes, todo ese sacrificio para esos dirigentes, que no merecían nuestra ingenuidad.
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Asi mismo es! Muy bueno.
alver
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alver
Alver- Cantidad de envíos : 6935
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