DERECHO AL PATALEO NO A LA JUSTICIA.

Una de las características de nuestro tiempo es dejar irresueltos los temas candentes. Salir en los medios pataleando la queja no es solución, es consuelo, es admisión de un acto fallido.
Cuando mi mujer dejó de trabajar para cuidar a su padre inválido, grande y gordo, acogiéndose a la ayuda que ‘ daba ZP’ le explicaron que aquí en Canarias eso no rezaba, y ante su calentura con sorna le preguntaron si ella creía todo lo que salía por TV.
Escribí cartas a la prensa, me desahogué, y sí, me las publicaron, ya no hay censura, nos han dado el cuarto de desahogo para gritar a cambio de la justicia. Porque nadie me llamó. Esto no es los USA donde mal que le pese a los de siempre uno PUEDE llamar al cell a SU SENADOR , al que te representa y ÉL SE PONE al teléfono y responde. Otro par de ejemplos, los puntos negros de tráfico donde cada año se matan miles y que tráfico NO SEÑALA porque sería admitirlo NI REPARA. Nos conformamos con ir a la TV a explicar como ‘encima el policía nos dijo que si sabíamos del punto porqué lo usamos’ por ejemplo. Me recuerda la terrible anécdota referida creo que por Indro Montanelli referida al comentario hecho por un guardia civil en respuesta al preso que acompañaba andando – esto es Spain- al paredón en invierno a las 6 de la mañana:
- ¡Quéjate tú, que no tendrás que regresar a casa!
Otra aparente tontería es la estatalización de la enseñanza aquí. En Miami hay escuelas de enseñanza de pilotos, de aire acondicionado, con títulos de validez oficial SIMPLEMENTE PORQUE NO EXISTE EL OFICIO ESTATAL QUE VALIDE. Si sabes sabes y tienes el derecho, así de libre y de simple. Aquí no…Todo es filtrado por el grupito de profesores funcionarios del estado, con su reuniones etílicas – los veo en bar cerca de mi casa. -Comiendo con vino entre clases fumando y cantando y gozando. No es que estén mal ni bien pagados, pero viven como Dios.
Lo dicho, nos la meten doblada y nos dejamos. Ahora eso sí, a la hora de criticar a los USA maricón el último.

Bueno, menos lobos con los Estados Unidos Caperucita. Pero releyendo me encuentro con esto que viene al cuento. Septiembre 2009, y la desunión ZP tista sigue…

Sería más verdadero hablar del Estado de las naciones, así en plural.


Ya tenemos fecha, por designio presidencial, para el debate sobre el Estado de la Nación. La verdad es que el diagnóstico no parece ofrecer mucho flanco a la discusión: es agónico. Otra cosa es el remedio para salir de la situación comatosa. Este debate es una de las pocas cosas que hemos imitado de la democracia americana. Y no es, ciertamente, la más relevante.

Cada vez vivimos una realidad pública más irreal y ficticia, casi fantasmagórica. Un ejemplo muy reciente. La entrega del premio Cervantes es siempre un acto grato y vistoso, que podría representar un nexo de unidad y concordia en torno a lo que quizá sea nuestra más alta hazaña intelectual: El Quijote. Luego, nos vienen con la referencia al idioma español como valor económico, y a los ingresos derivados de nuestra lengua común. Y todo está muy bien. Pero los fastos de Alcalá de Henares no pueden hacernos olvidar que en ciertas regiones españolas no les es posible a los padres ejercer el derecho a que sus hijos reciban la enseñanza en español. Sólo esto ya demuestra el anómalo estado de la Nación.

Uno casi tiende a preguntarse, cuando oye hablar del debate sobre el Estado de la Nación, de cuál estamos hablando. No se sabe si somos una nación o 17. Acaso sería más verdadero hablar del Estado de las naciones, así en plural. Y no se trata sólo del problema planteado por el Estatuto catalán. El Estado de las Autonomías, que pretendía ser la solución, es hoy, en gran parte, el problema. Agravado, además, por el peso político obtenido por los partidos nacionalistas que se declaran enemigos de España. El proceso de aprobación de la financiación de las CCAA está bordeando lo ridículo. Aparte de la escena del doble atril, que parece sugerir la existencia de dos partes que negocian de igual a igual, está el problema que confirma ese temor, de la negociación bilateral entre España y cada comunidad, en lugar, de aprobar un plan general.

Por supuesto, hay que añadir la corrupción política y el descenso general del nivel de nuestros dirigentes, especialmente de los gobernantes, la crisis económica, que nos afecta más que a otros países europeos. Sólo por este índice de paro, el Estado de España habría que calificarlo como imposible. Y, quizá, lo peor de todo, la causa más profunda de todas las demás, la crisis de las crisis, es el problema educativo, es decir, el declive intelectual y moral que se encuentra en la base de todo lo demás.

No todo es negativo en el último año. Los resultados electorales de Galicia y el País Vasco resultan algo de lo poco a lo que podemos acogernos. Que dos partidos nacionalistas, que no ocultan su odio o desprecio a la Nación española, sean apartados democráticamente del poder, no puede dejar de constituir el mejor síntoma de que acaso España tenga todavía remedio. Probablemente, no con el actual presidente. Además, en el País Vasco, aparte de desalojar al PNV, gobierna el Partido Socialista con el apoyo del Partido Popular, que ya ha obtenido la presidente de la Asamblea. Se rompe así la estrategia que comenzó en 2004, consistente en aislar al PP y mantenerlo al margen de la vida pública. Esto es lo que impide que, al menos por el momento, tengamos que hablar de autopsia de la Nación. Pero no nos engañemos, a pesar de estos síntomas alentadores, el presidente del Gobierno no ha renunciado a su proyecto político, de naturaleza totalitaria, de transformar la sociedad española y derribar sus fundamentos morales tradicionales. Y de esto, que es lo más grave, seguramente poco o nada se hablará en el debate sobre el Estado de la Nación. La economía y, acaso la corrupción, serán las cortinas de humo que intentarán ocultar el verdadero problema, lo que afecta no ya al bienestar de la Nación, sino a su ser y a su supervivencia. Por eso, remedando la denominación del debate americano, podríamos hablar aquí del Estado de la desunión. Y no me refiero sólo al separatismo, sino también, y sobre todo, a la pérdida de la concordia.

Algo ridiculo de lo que he leido de Espana es que tengan que recurrir al uso de traductores en el parlamento o lo que sea, para poder comunicarse , cuando todos hablan el castellano o esoanol..