Infidelidad ........por Mirian Celaya
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Infidelidad ........por Mirian Celaya
Infidelidad
Julio 23, 2009 at 18:04 · Clasificados en Sin Evasión
El pasado viernes 17 de julio la Catedral de La Habana fue escenario de la despedida del sacerdote Mariano Arroyo Merino, brutalmente asesinado en su iglesia de Regla, cuyo cuerpo había sido encontrado en las primeras horas del lunes 13 de julio. Había sido visiblemente torturado. La Eucaristía se celebró ante una multitud conmovida que colmó la amplia nave de la vieja Catedral. Yo estuve allí; no impulsada por sentimientos religiosos que no he profesado nunca, sino por la necesidad de manifestarme cívicamente con mi presencia respetuosa contra hechos tan abominables. No quiero negar que también me movía el interés por conocer cuáles serían las palabras que dirigiría la máxima autoridad eclesiástica de Cuba, el Cardenal Jaime Ortega, a la nutrida concentración de fieles allí reunidos ante el féretro del sacerdote martirizado.
Nada pareció tan desalentador en aquella mañana como el discurso del Cardenal, a pesar de que en lo personal nunca tuve grandes expectativas a ese respecto. La realidad, sin embargo, superó mi escepticismo. En lugar de un guía espiritual, los consternados fieles escucharon la que podría ser una alocución propia del jefe de la Policía Nacional Revolucionaria: al decir del más alto funcionario del clero cubano no había que temer, el asesino había sido capturado y había confesado su crimen; tampoco había relación alguna entre la muerte del Padre Mariano y el asesinato del Padre Eduardo de la Fuente -ambos españoles- ocurrida exactamente cinco meses antes (el 13 de febrero) y cuyo asesino también estaba detenido y había confesado el delito, con la aclaración –al parecer considerada atenuante por el Cardenal- de que “no conocía en el momento de su crimen que se trataba de un sacerdote”. En cuanto al Padre Mariano, como antes con el Padre Eduardo, “el móvil había sido el robo”. Su Eminencia, a la vez, criticó las informaciones emitidas “por la prensa extranjera” que sugerían el “odio” por parte de los cubanos al clero o un particular rechazo a los españoles (¿?), olvidando desde el principio un sutil detalle: la opinión pública al interior de la Isla difícilmente pudiera ser influida por una prensa a la que no tienen acceso los cubanos.
Muchos de los asistentes murmuraban entre sí o se miraban con mal disimulada incredulidad. Había en los rostros más preguntas que respuestas: Si el móvil del asesinato del sacerdote de Regla había sido el robo; ¿por qué el asesino lo había atado, le había infligido diez puñaladas y le había quemado los pies y una de sus manos?¿Cómo se explicaba tanta saña contra un hombre indefenso de más de 70 años de edad?¿Por qué justo ahora se mencionaba públicamente el caso del Padre Eduardo y se declaraba también la captura de su asesino?¿Por qué ambos sacerdotes habían sido asesinados cuando se disponían ya a regresar a su patria original, España?¿Es casual que en ambos casos hayan sido atados y acuchillados y que, además, se haya utilizado el fuego? No parece creíble que tantas coincidencias sean fruto del azar.
Por mi parte, como no me traban compromisos religiosos, me hago otras preguntas adicionales: ¿No era función de las autoridades policiales y no del clero haber informado a la población de los asesinatos y de su esclarecimiento?¿Es lícito y moralmente aceptable que un guía espiritual mienta a sus fieles, más aún, tratándose de alguien de la más alta jerarquía? ¿No tenemos suficiente con las falsedades que venimos sufriendo durante décadas por parte de nuestros “guías políticos”? Es verdaderamente lamentable que la obra encomiable de muchos humildes sacerdotes, como el propio Padre Mariano, entrañablemente querido y respetado por su comunidad religiosa y por el pueblo de Regla, incluyendo a los no creyentes, se vea mancillada desde el púlpito por aquel que más debería apoyarla y honrarla. La homilía del Cardenal fue cobarde, ofensiva e irrespetuosa; todo un ejemplo de infidelidad a la fe cristiana. ¡Pobre pueblo de Cuba, burlado tanto por sus terratenientes como por sus pastores!
Ilustración: El Cardenal Jaime Ortega durante su homilía del pasado viernes 17 de julio.
Julio 23, 2009 at 18:04 · Clasificados en Sin Evasión
El pasado viernes 17 de julio la Catedral de La Habana fue escenario de la despedida del sacerdote Mariano Arroyo Merino, brutalmente asesinado en su iglesia de Regla, cuyo cuerpo había sido encontrado en las primeras horas del lunes 13 de julio. Había sido visiblemente torturado. La Eucaristía se celebró ante una multitud conmovida que colmó la amplia nave de la vieja Catedral. Yo estuve allí; no impulsada por sentimientos religiosos que no he profesado nunca, sino por la necesidad de manifestarme cívicamente con mi presencia respetuosa contra hechos tan abominables. No quiero negar que también me movía el interés por conocer cuáles serían las palabras que dirigiría la máxima autoridad eclesiástica de Cuba, el Cardenal Jaime Ortega, a la nutrida concentración de fieles allí reunidos ante el féretro del sacerdote martirizado.
Nada pareció tan desalentador en aquella mañana como el discurso del Cardenal, a pesar de que en lo personal nunca tuve grandes expectativas a ese respecto. La realidad, sin embargo, superó mi escepticismo. En lugar de un guía espiritual, los consternados fieles escucharon la que podría ser una alocución propia del jefe de la Policía Nacional Revolucionaria: al decir del más alto funcionario del clero cubano no había que temer, el asesino había sido capturado y había confesado su crimen; tampoco había relación alguna entre la muerte del Padre Mariano y el asesinato del Padre Eduardo de la Fuente -ambos españoles- ocurrida exactamente cinco meses antes (el 13 de febrero) y cuyo asesino también estaba detenido y había confesado el delito, con la aclaración –al parecer considerada atenuante por el Cardenal- de que “no conocía en el momento de su crimen que se trataba de un sacerdote”. En cuanto al Padre Mariano, como antes con el Padre Eduardo, “el móvil había sido el robo”. Su Eminencia, a la vez, criticó las informaciones emitidas “por la prensa extranjera” que sugerían el “odio” por parte de los cubanos al clero o un particular rechazo a los españoles (¿?), olvidando desde el principio un sutil detalle: la opinión pública al interior de la Isla difícilmente pudiera ser influida por una prensa a la que no tienen acceso los cubanos.
Muchos de los asistentes murmuraban entre sí o se miraban con mal disimulada incredulidad. Había en los rostros más preguntas que respuestas: Si el móvil del asesinato del sacerdote de Regla había sido el robo; ¿por qué el asesino lo había atado, le había infligido diez puñaladas y le había quemado los pies y una de sus manos?¿Cómo se explicaba tanta saña contra un hombre indefenso de más de 70 años de edad?¿Por qué justo ahora se mencionaba públicamente el caso del Padre Eduardo y se declaraba también la captura de su asesino?¿Por qué ambos sacerdotes habían sido asesinados cuando se disponían ya a regresar a su patria original, España?¿Es casual que en ambos casos hayan sido atados y acuchillados y que, además, se haya utilizado el fuego? No parece creíble que tantas coincidencias sean fruto del azar.
Por mi parte, como no me traban compromisos religiosos, me hago otras preguntas adicionales: ¿No era función de las autoridades policiales y no del clero haber informado a la población de los asesinatos y de su esclarecimiento?¿Es lícito y moralmente aceptable que un guía espiritual mienta a sus fieles, más aún, tratándose de alguien de la más alta jerarquía? ¿No tenemos suficiente con las falsedades que venimos sufriendo durante décadas por parte de nuestros “guías políticos”? Es verdaderamente lamentable que la obra encomiable de muchos humildes sacerdotes, como el propio Padre Mariano, entrañablemente querido y respetado por su comunidad religiosa y por el pueblo de Regla, incluyendo a los no creyentes, se vea mancillada desde el púlpito por aquel que más debería apoyarla y honrarla. La homilía del Cardenal fue cobarde, ofensiva e irrespetuosa; todo un ejemplo de infidelidad a la fe cristiana. ¡Pobre pueblo de Cuba, burlado tanto por sus terratenientes como por sus pastores!
Ilustración: El Cardenal Jaime Ortega durante su homilía del pasado viernes 17 de julio.
Azali- Admin
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Fecha de inscripción : 27/10/2008
Re: Infidelidad ........por Mirian Celaya
Este Cardenal ha demostrado desde el primer momento que no es mas que otro de los miles de cobardes que hoy manejan la opinion del pueblo cubano en favor de la dictadura. No es condenable por ser un cobarde si no por prestarse al juego de los asesinos del regimen.
Ron- Cantidad de envíos : 1227
Fecha de inscripción : 23/10/2008
Localización : Miami Destierro de los cubanos con dignidad
Re: Infidelidad ........por Mirian Celaya
Es penoso, no es creible la historieta del cardenal, saben porque ? en Cuba todos se conocen, o sea , no puede andar un cura pasando por negociante por mucho tiempo, aunque alla los extranjeros cuentan con facilidades que no tiene el cubano de a pie, pero en increible, ademas porque el ensañamiento en los dos casos? porque hay similitudes en los dos casos? eso es cuento para nene de parvulario...ahi hay gato encerrado, y Ortega actua demasiado mal, para mi que es verdad eso que cuentan que lo tienen chantajeado, pues hace un tiempo el no actuaba asi, y yo tuve la oportunidad de escucharlo varias veces , hasta que de repente opero un cambio dastrico en el....bue' quizas solo sean percepciones equivocadas mias, pero algo huele bien podrido en todo eso...
Azali- Admin
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Fecha de inscripción : 27/10/2008
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