Si de pasar las cuentas se tratase… Mirian Celaya
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Si de pasar las cuentas se tratase… Mirian Celaya
Si de pasar las cuentas se tratase…
Mayo 13, 2010 at 15:42 · Clasificados en Sin Evasión
A raíz de la destitución del Ministro del Azúcar, Luis Manuel Ávila González, quien según información oficial “solicitó su liberación al reconocer las deficiencias de su trabajo que le fueron señaladas” (¿?), apenas 24 horas después, la primera plana del Granma publicó un catastrófico titular: “La actual zafra puede calificarse de pésima en producción y eficiencia”, que en un artículo que aparece en la página 3, titulado “Faltaron control y exigencia en la zafra”, escrito por Juan Varela Pérez, amplía en detalles el desastre, asegurando que desde 1905 en Cuba no se registraba una campaña azucarera tan pobre.
Según los datos que esgrime Varela, 61 centrales azucareros cubanos tienen capacidad para producir más de tres millones de toneladas de azúcar en 110 días, volumen que puede incrementarse si se dispone de más caña. Sin embargo, solo 44 centrales molieron en esta zafra y de ellos, solamente 10 cumplieron sus estimados de molienda. Declino hacer comentarios, en memoria de los más de 150 centrales azucareros que había en Cuba cuando nací.
Las causas de la ineficiencia, que enuncia el artículo de referencia, son tantas y de tan diversa índole que prefiero no aburrir al lector repitiéndolas; así que me limitaré a compartir con ustedes algunas apreciaciones muy subjetivas que me vienen a la imaginación al leer tan aleccionadores párrafos, y se relaciona con la acusación directa por parte del articulista a la más alta dirección del Ministerio del Azúcar (MINAZ) como responsable de “falta de objetividad al planificar una norma potencial del 80%”. Lo digo, no porque dude de la responsabilidad del Ministro en el desastre de esta zafra –la última de una larguísima cadena de desazucarados fracasos¬ de antigua data en los que no hubo cabeza de turco–, sino porque puestos a exigir débitos, habrá que buscar con una lupa al principal responsable del estrepitoso fracaso de la zafra de 1970, cuando no se hicieron los diez millones de toneladas de azúcar (¡de que iban, iban!, pero no fueron), que tanto contribuyeron a deprimir la economía y la moral de los cubanos de entonces. Nunca se ha conocido públicamente el costo de aquella aventura. Lo crean o no quienes no lo vivieron, fue una experiencia cargada de muchos dramas, pequeños y grandes. Yo tenía solo diez años y, aunque entonces no lo entendía, me impresionó profundamente el llanto silencioso de la conserje de mi escuela frente al televisor de su casa mientras escuchaba al lunático padre de la idea anunciando el fracaso que nunca asumió como propio. Ella era una revolucionaria tan convencida que por servir a la causa de F soportó estoicamente el abandono de su esposo, quien tras meses de duro bregar en el corte de caña, lejos del hogar, acabó enamorándose sin remedio de la joven sanitaria del campamento y nunca regresó. Quizás si se hubieran molido los diez millones ella lo hubiese sobrellevado mejor, quizás hubiese pensado que, pese a todo, había valido la pena.
Y ya que se están tomando reclamaciones y aplicando sanciones, ahora que ni los ministros van a quedar impunes, estamos esperando de un momento a otro la destitución de José Ramón Balaguer, Ministro de Salud Pública, por su falta de control y de exigencia que propició en este invierno pasado la muerte de más de 40 pacientes del Hospital Psiquiátrico de La Habana. Eso, sin contar el estado de insalubridad que ostentan la capital y casi todos los hospitales del país, las muertes por epidemias previsibles y por irresponsabilidad en las instalaciones hospitalarias, la escasez de médicos por encontrarse fuera del país en misiones más políticas que humanitarias y el deterioro de todo el sistema de salud.
Seguramente será sustituido también el Ministro de Educación, habida cuenta de los ínfimos niveles de instrucción y los exiguos conocimientos que ostentan hoy por hoy muchos de nuestros educadores y casi todos los educandos, por los paupérrimos programas lectivos y los desastrosos resultados evaluativos, por el fraude generalizado de profesores y alumnos, por la pérdida de la ética y de la dignidad de la profesión.
Sigo fantaseando y supongo que el Ministro de Economía y Finanzas deberá también responder a ciertos asuntillos incómodos relacionados con nuestra miseria permanente; el Ministro de Agricultura tendrá seguramente algo que explicar, como también el de la Informática y las Comunicaciones, el de Turismo, el de las Ciencias, etc, etc. Pero, ¡pobres de nosotros!, me temo que no quedan suficientes ancianos confiables de la generación histórica para sustituir a todos los irresponsables. Tendremos que seguir esperando que surjan los líderes idóneos que salven la nave en medio de tantas aguas turbulentas.
Mayo 13, 2010 at 15:42 · Clasificados en Sin Evasión
A raíz de la destitución del Ministro del Azúcar, Luis Manuel Ávila González, quien según información oficial “solicitó su liberación al reconocer las deficiencias de su trabajo que le fueron señaladas” (¿?), apenas 24 horas después, la primera plana del Granma publicó un catastrófico titular: “La actual zafra puede calificarse de pésima en producción y eficiencia”, que en un artículo que aparece en la página 3, titulado “Faltaron control y exigencia en la zafra”, escrito por Juan Varela Pérez, amplía en detalles el desastre, asegurando que desde 1905 en Cuba no se registraba una campaña azucarera tan pobre.
Según los datos que esgrime Varela, 61 centrales azucareros cubanos tienen capacidad para producir más de tres millones de toneladas de azúcar en 110 días, volumen que puede incrementarse si se dispone de más caña. Sin embargo, solo 44 centrales molieron en esta zafra y de ellos, solamente 10 cumplieron sus estimados de molienda. Declino hacer comentarios, en memoria de los más de 150 centrales azucareros que había en Cuba cuando nací.
Las causas de la ineficiencia, que enuncia el artículo de referencia, son tantas y de tan diversa índole que prefiero no aburrir al lector repitiéndolas; así que me limitaré a compartir con ustedes algunas apreciaciones muy subjetivas que me vienen a la imaginación al leer tan aleccionadores párrafos, y se relaciona con la acusación directa por parte del articulista a la más alta dirección del Ministerio del Azúcar (MINAZ) como responsable de “falta de objetividad al planificar una norma potencial del 80%”. Lo digo, no porque dude de la responsabilidad del Ministro en el desastre de esta zafra –la última de una larguísima cadena de desazucarados fracasos¬ de antigua data en los que no hubo cabeza de turco–, sino porque puestos a exigir débitos, habrá que buscar con una lupa al principal responsable del estrepitoso fracaso de la zafra de 1970, cuando no se hicieron los diez millones de toneladas de azúcar (¡de que iban, iban!, pero no fueron), que tanto contribuyeron a deprimir la economía y la moral de los cubanos de entonces. Nunca se ha conocido públicamente el costo de aquella aventura. Lo crean o no quienes no lo vivieron, fue una experiencia cargada de muchos dramas, pequeños y grandes. Yo tenía solo diez años y, aunque entonces no lo entendía, me impresionó profundamente el llanto silencioso de la conserje de mi escuela frente al televisor de su casa mientras escuchaba al lunático padre de la idea anunciando el fracaso que nunca asumió como propio. Ella era una revolucionaria tan convencida que por servir a la causa de F soportó estoicamente el abandono de su esposo, quien tras meses de duro bregar en el corte de caña, lejos del hogar, acabó enamorándose sin remedio de la joven sanitaria del campamento y nunca regresó. Quizás si se hubieran molido los diez millones ella lo hubiese sobrellevado mejor, quizás hubiese pensado que, pese a todo, había valido la pena.
Y ya que se están tomando reclamaciones y aplicando sanciones, ahora que ni los ministros van a quedar impunes, estamos esperando de un momento a otro la destitución de José Ramón Balaguer, Ministro de Salud Pública, por su falta de control y de exigencia que propició en este invierno pasado la muerte de más de 40 pacientes del Hospital Psiquiátrico de La Habana. Eso, sin contar el estado de insalubridad que ostentan la capital y casi todos los hospitales del país, las muertes por epidemias previsibles y por irresponsabilidad en las instalaciones hospitalarias, la escasez de médicos por encontrarse fuera del país en misiones más políticas que humanitarias y el deterioro de todo el sistema de salud.
Seguramente será sustituido también el Ministro de Educación, habida cuenta de los ínfimos niveles de instrucción y los exiguos conocimientos que ostentan hoy por hoy muchos de nuestros educadores y casi todos los educandos, por los paupérrimos programas lectivos y los desastrosos resultados evaluativos, por el fraude generalizado de profesores y alumnos, por la pérdida de la ética y de la dignidad de la profesión.
Sigo fantaseando y supongo que el Ministro de Economía y Finanzas deberá también responder a ciertos asuntillos incómodos relacionados con nuestra miseria permanente; el Ministro de Agricultura tendrá seguramente algo que explicar, como también el de la Informática y las Comunicaciones, el de Turismo, el de las Ciencias, etc, etc. Pero, ¡pobres de nosotros!, me temo que no quedan suficientes ancianos confiables de la generación histórica para sustituir a todos los irresponsables. Tendremos que seguir esperando que surjan los líderes idóneos que salven la nave en medio de tantas aguas turbulentas.
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